FUENTE : https://rdrcannabis.cat/fumar-sin-filtro-es-aumentar-los-riesgos/?lang=es
Los motivos que llevan a alguien a utilizar un filtro cuando lía un porro pueden ser diferentes. Hay quien busca la estética o la economía; otros priorizan la salud; también hay quien busca el mejor sabor en cada calada, o una combinación de todos los motivos anteriores.
A lo largo del itinerario del consumo de una persona es habitual que se vayan cambiando los hábitos en este aspecto. Quizás, durante muchos años, el cannabis “se lía” simplemente de la misma manera en que la persona se ha iniciado en la práctica del consumo, sin cuestionarse los beneficios o riesgos de esta forma de proceder. Sin embargo, es habitual que, con el paso del tiempo, se vayan adoptando estrategias para reducir el riesgo de fumar. De hecho, cada vez hay más gente que abandona la combustión y abraza la vaporización como manera de disfrutar de los beneficios del consumo sin saber que, de esta ecuación, ignora la mayoría de daños asociados al humo.
En la década de los cincuenta la sociedad empezó a ser consciente de los efectos cancerígenos asociados al consumo de tabaco. Eso comportó que la industria del tabaco incorporara el filtro a los cigarrillos. Esta innovación se convirtió en una herramienta de marketing, diseñada para mantener y reclutar nuevos fumadores. Desde entonces, el acetato de celulosa de plástico sintético se convirtió en la materia fundamental del filtro de los cigarrillos aunque el conocimiento científico sobre los efectos de la química reconocía que era poco probable que los filtros ofrecieran una protección significativa para la salud. A mediados de los años sesenta, los diseñadores de cigarrillos se dieron cuenta de que la complejidad del “problema del filtro” derivaba de un hecho simple: aquello que es perjudicial del humo y aquello que proporciona satisfacción al fumador es esencialmente lo mismo.
Si hablamos desde la óptica de reducción de riesgos asociados al consumo del cannabis, podríamos establecer una gradación de menos a más con respecto al riesgo para la salud de las personas. En primer lugar, y con menos riesgo, estaría el consumo oral o vaporizado de cannabis. Seguidamente, y con un grado más alto de riesgo, está el consumo fumado de sólo cannabis, sin tabaco y con filtro. En el siguiente grado de riesgo está el consumo fumado de marihuana, sin tabaco y sin filtro; seguido del consumo fumado de cannabis y de tabaco, con filtro. Por último, y como práctica que comporta más riesgo para la salud, está el consumo fumado de cannabis y de tabaco, sin filtro.
Hay muchos tipos de filtros. Se pueden comprar o se pueden inventar con recursos caseros. Las viñetas de cómic de la revista Cáñamo sobre las “1001 maneras de hacer un bong” son memorables. La función principal de un filtro es evitar que se inhalen sustancias nocivas del humo del porro o enfriar su temperatura. También hay quien busca aprovechar al máximo el cannabis que se pone en cada porro y evitar quemarse los dedos o los labios. Además, poner un filtro puede ayudar a dar forma, sabor y consistencia al porro así como favorecer que el aire circule debidamente dentro del cilindro de papel y aumente la eficiencia de la calada.
En los últimos años se han ido popularizando varios modelos de filtros que ofrecen un abanico de posibilidades nunca vistos hasta ahora. Veamos los cinco siguientes:
- Filtros de cartón desechables. Hechos de tarjetas de cartón recicladas o compradas en el estanco. Algunas marcas ofrecen una composición del cartón sin blanquear y sin refinar. Otras hacen filtros que no contienen ni colorantes ni aditivos. Muchos explican que hacen la celulosa a base de plantas, de manera orgánica. Podríamos considerar que todos estos matices tienen más que ver con el marketing que con la reducción de riesgos por sí misma. Como se explica en este texto, poner un filtro de cartón es menos perjudicial que tragarse el humo sin ningún filtro, pero es una barrera muy débil, ya que deja pasar un humo más denso y cargado de toxinas que de otros tipos de filtro. Además, el cartón no evita que al inhalar se puedan colar algunas partículas de cannabis en la boca, hecho que es desagradable. Para evitarlo hay algunos trucos de papiroflexia para principiantes como, por ejemplo, hacer un filtro en forma de estrella, en espiral o incluso en forma de hoja de marihuana.
- Filtros de acetato de celulosa, es decir, de plástico. Es el filtro de los cigarrillos industriales. Cuando se popularizó el tabaco de liar se empezaron a vender por separado. Retienen parte del alquitrán y del humo antes de que llegue a los pulmones. Hay que remarcar que son una fuente generalizada de residuos ambientales tóxicos y no biodegradables. Además, pueden ser tóxicos para los organismos marinos, para el medio acuático y, posiblemente, para la salud humana y animal. Como es sabido, son desperdicios que se encuentran cada año, en todo el mundo y en cantidades considerables, en la basura, durante las limpiezas de las playas, y en los entornos urbanos, y que afectan negativamente al drenaje de las aguas pluviales, las playas, los barrios y otros entornos naturales.
- Filtros de espuma hechos con celulosa natural. Son filtros orgánicos y biodegradables, de manera que ofrecen las mismas características que las opciones anteriores, pero no contribuyen a ensuciar el planeta.
- Filtros Jilter. Son filtros de celulosa y fibra de papel que, como los anteriores, disminuyen el efecto de la nicotina del tabaco y el alquitrán, y del humo. Además, también impiden el paso de trozos de tabaco o de cannabis. El hecho de permitir incorporar un filtro de cartón al cigarrillo todavía reduce más la temperatura del humo y, además, algunos residuos no deseados se quedan en el cartón.
- Filtros de pasta en espiral Fusilli. Aunque no es el método más sofisticado, hemos visto que, en algunos clubs sociales de cannabis, esta pasta se ponía a disposición de los asociados. Es una alternativa económica ya que su forma en espiral, retiene las partículas del cannabis y contribuye a enfriar la temperatura del humo inhalado.
